Presentamos la nota:
Integró el seleccionado durante una década y hoy se dedica a la enseñanza. Sus alumnos viajarán al Torneo Nacional.
La vida de Maximiliano Miras siempre estuvo ligada al judo. La casualidad, o tal vez una jugada del destino, lo colocó en el camino de una disciplina que supo convertirse en su pasión.
Tenía cinco años cuando su hermano mayor tuvo que optar entre la natación y el judo para calmar los problemas respiratorios que lo aquejaban. El no a las piletas también incidió en la posterior decisión de Maximiliano.
El tiempo reafirmó que el camino elegido era el correcto: importantes triunfos le permitieron integrar el Seleccionado durante una década.
Treinta y cinco años después, el Polideportivo Municipal de Almirante Brown y la sede del Club Los Andes conforman los escenarios perfectos para sus clases de judo. “Comencé en 1997 como ayudante.
Ahí empecé a darme cuenta que poder transmitirlo me apasionaba”, confesó el encargado del grupo que representa a Almirante Brown. 18 de sus 60 alumnos viajarán el próximo 12 de mayo hacia Río Tercero, donde se llevará a cabo el Torneo Nacional Apertura.
“El año pasado conseguimos cuatro medallas de oro, tres de plata y tres de bronce. Los veo muy bien y creo que vamos a superar los logros”, dijo confiado.
La preparación de los dos grupos (infantiles y promocionales por un lado; cadetes, juniors y mayores por el otro) comenzó hace varios meses. “La exigencia aumenta en los más grandes.
Con los chicos la idea es realizar otro trabajo e ir subiendo el nivel”, confesó. La competencia prevaleció como un concepto ambivalente en el discurso del eterno judoka.
Si bien afirmó que no le agrada pertenecer al grupo de los “exitistas”, también reconoció que es la misma competición la que genera la búsqueda incesante del triunfo.
“Logré muchas cosas, tal vez todo lo que alguna vez me propuse. Ahora dejé la competencia de lado y prefiero disfrutar de la enseñanza”, se sinceró. Al respecto, uno de sus más recientes éxitos se consumó gracias al aprendizaje de los alumnos.
En el último Nacional, realizado en el CeNARD, se inició un ranking de profesores que le propinó un valioso tercer puesto. El camino que comenzó Maximiliano también encontró un heredero de tan sólo siete años. “Mi hijo practica judo desde los tres.
Es un fanático y disfruta mucho lo que hace. Tiene alma competitiva”, sostuvo orgulloso. Los amigos, los éxitos y las satisfacciones determinaron el importante lugar que ocupa el judo en la vida de Maximiliano, que viajará a Córdoba para izar bien alto la bandera de Almirante Brown.
Diario La Unión: Segunda sección - Viernes 6 de Mayo de 2011
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